Violencia Legítima / Reyna M. Hernández

Hay temas que no se pueden dejar en el olvido y revivirlo en fechas conmemorativas; entre ellos está la violencia contra las mujeres que tienen más repercusiones en la calidad de vida, así como en los problemas sociales de lo que pensamos o nos detenemos a reflexionar en ellos.

En los últimos años se ha visto que la mayoría de los partidos políticos así como sus candidatos han tomado como estandarte la cuestión de género, prometiendo que lucharán para que la mujer viva sin violencia, se le reconozca su derecho a una vida digna. Sin embargo, estos planteamientos van más allá de una simple promesa de campaña para ganar la simpatía y votos femeninos.

Y de alguna manera el slogan que utilizan los partidos ha manchado la genuina lucha de la mujer, ya que en la conciencia colectiva lo minimizan como a que las mujeres se les da más beneficio, o que género se deduce a hablar de él o ella, niño o niña.

En el fondo los actores políticos y oficiales no se interesan por cambiar a fondo las practicas machistas y recalcitrantes, ya sea desde los tres poderes: el legislativo, judicial y ejecutivo.

La mujer continúa siendo la pertenencia y como mencionaría Simone de Beauvoir en su libro El segundo sexo, las mujeres son los otros.

En el caso de la violencia en todos sus tipos: psicológica, física, sexual y económica, los poderes se jactan que ya se ha avanzado. Que México está cumpliendo con los tratados internacionales para erradicar las agresiones contra las féminas, pues se ha llevado a la legislación mexicana las formas para castigar y hacer punibles los maltratos. Que el Judicial se va a encargar de aplicar todo el rigor de la justicia; y el Ejecutivo vigilara su cumplimiento y por supuesto en todo lo que resta de su mandato su compromiso a apoyar a las féminas, principalmente a las más vulnerables, como madres solteras, mujeres pobres, y discapacitadas.

La realidad es que las mujeres, y en general todos, seguimos pagando los costos de una sociedad machista y conservadora cómo lo es México. Y como diría Amnistía Internacional, “México es un país de doble moral ya que se dice ser un defensor de los derechos humanos pero en el país se han cometido grandes transgresiones a la dignidad humana”. Y esa situación de hipocresía también se traslada a los habitantes y a las instituciones del Estado.

El Estado se dice defensor de las mujeres, sin embargo, la normatividad que existe al respecto tiene lagunas o en su caso es letra muerta. Existe una legitimación de las agresiones contra la mujer, ya que al momento de presentar una denuncia por violencia la fémina necesita presentar golpes por que la violencia emocional no sirve para acreditar el delito.

Cuando la mujer victima de agresión levanta la querella y el ministerio público no le da la atención requerida o minimiza la situación, recibe una doble victimización. Y en caso de que prospere la Averiguación Previa, y el Juez conozca del asunto al momento de dictar Sentencia absuelve al agresor, quien generalmente es o era la pareja sentimental, por no encontrarse elementos suficientes para acreditar la violencia familiar. Y es que en las voces que reclaman justicia es muy común escuchar que seguramente el Ministerio Público o Juez querían que las dejaran casi muertas para que les hicieran caso.

Otro ejemplo más de la legitimación de la violencia es la imagen estereotipada de la mujer, así como su cosificación y/o contenido sexista en los medios de comunicación.

A los poderes se les ha olvidado reglamentar y vigilar lo que México ratificó en la Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer "Convención de Belem Do Para” en donde se establece que el Estado debe alentar a los medios de comunicación a elaborar directrices adecuadas de difusión que contribuyan a erradicar la violencia contra la mujer en todas sus formas y a realzar el respeto a la dignidad de la mujer. Hoy se observa un contenido cada vez más denigrante de la mujer como un objeto sexual, se vende su imagen, ya que la publicidad que más vende es la que tiene que ver con sexo y mujeres. Ya sea por televisión, periódicos, revista, radio e internet.

Los medios, principalmente los de señal abierta, continúan perpetuando la imagen de la mujer sumisa, abnegada, maternal, dedicada a la vida privada, y que no puede conducir su vida a través de las decisiones propias.

Pero también a los hombres se les educó para ser los dueños, los fuertes, los insensibles, los agresores. Por eso es necesario asumir una crítica a la formación y romper con los esquemas. Pues todos pagamos los costos de la violencia familiar, la violencia de género. Se sabe que en gran medida-además de otros factores como la pobreza- la desigualdad, la violencia, engendra seres resentidos con la sociedad, niños de la calle, drogadicción, desintegración familiar, delincuencia, y el producto de esta sociedad que justifica la violencia es una sociedad violenta…como la que hoy estamos viviendo, una sociedad doble moral que finge luchar por la justicia y que al mismo tiempo es la que flagela.

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